jueves, 26 de junio de 2014

Grupos Teatrales en el Conurbano Sur

Mariana Cerrillo (UNLZ-CCC)

El Conurbano Sur se caracteriza por desarrollar una intensa actividad teatral que no siempre es reconocida ni tampoco estudiada por quienes entendemos al teatro como una manifestación artística con un lugar fundamental en la cultura.
Nos proponemos, en esta oportunidad, acercarnos a aquellos que, sin un espacio propio, dan vida a la actividad teatral en sus diferentes matices. Es así que a partir del relato de siete grupos representativos del enorme número que crean y fortalecen el circuito teatral del conurbano, intentaremos dar cuenta de las actividades que hoy por hoy se están desarrollando en él y acercarnos, aunque más no sea tentativamente, a una reflexión sobre el fenómeno y una posible línea de lectura respecto de este enorme y complejo entramado que es la actividad de los grupos teatrales en el Conurbano Sur.

I. Sobre los grupos

Hijos de una democracia en reconstrucción, nacen en la década del `90 tres de los siete grupos representativos del teatro del Conurbano Sur: Sudamérica Teatro, de la mano de Claudio Depirro y Fernando Laporta, en 1991, quienes cuentan hoy con un numeroso staff conformado por Silvia Fortunato, Patricia Casalvieri, Marcos Zangaro, Daniela Fortunato, Gastón Palacio, Sergio López, Ulises Levanavisius, Hernán Isusi, Marisa Vereda, Ezequiel Galeano, Analía Camarota, Natalia Santini (en escenografía) y Esteban Lambruschini (en diseño gráfico y fotografía); Espacio Vacío, con Martín Wolf y Fátima Hammoud a la cabeza, en 1996, junto a Valeria Kamenet y Mirta Huertas; y Amarena Teatro Danza, en 1997, conformado por Liliana Lago y Mabel Corrado.
Por esta misma época se consolidaban en la actividad teatral otros dos grupos que ya tenían una amplia trayectoria: en 1998, Negro y Plata teatro, dirigido por Gustavo Di Leo, teatrista que se inicia en la dirección en el año ´73, pasando por la formación de diferentes grupos con sedes en diversos lugares de la zona sur; y El Barriazo espacio socio-cultural, quienes a partir de la iniciativa de Jorge Galván e Irene Silva, desarrollan actividades teatrales desde el año 1986 bajo el nombre de Cuenta Cuentos, denominación que posteriormente fueron reformulando de acuerdo con las necesidades y perspectivas de trabajo del grupo.
Entrados ya en la década siguiente ven la luz dos nuevos grupos: Los Cuatro–colectivo teatral, en el año 2003, a cargo de Daniel Mulieri y Fabio Liberman; y La Mausera, en el 2005, conformado por Daniel Cruz y Gabriel Fernández Chapo, quienes para cada producción convocan actores invitados adecuados para la propuesta, como fueron Junior Cross, Ramiro Cobas, Darío Segura, María Luz Román y Clara Rosetti, además del músico Christian De Marco que realiza composiciones originales a sus espectáculos.
Todos los grupos nacen en diferentes zonas del sur del conurbano bonaerense: Lomas de Zamora, Temperley, Adrogué, Remedios de Escalada, Banfield, Quilmes, entre otros; pero hacen extensiva su actividad a la Capital Federal, otras zonas del interior de la provincia de Buenos Aires, e incluso, realizan giras y presentaciones en otras provincias del país y en el exterior.
Todos ellos, actualmente, no solo se dedican a la producción teatral, sino que, en todos los casos, están vinculados con la docencia, la investigación, la capacitación y la realización de actividades de participación social, aspectos que amplían y enriquecen sus experiencias como teatristas; además de estar presentes en festivales regionales, provinciales e internacionales, y en diversos encuentros sobre teatro, tanto en calidad de asistentes como de organizadores.
Siete grupos, siete formas diferentes de llevar adelante la práctica teatral. Adentrémonos, entonces, a la heterogeneidad que nos ofrecen estas siete agrupaciones nacidas en un múltiple, complejo y problemático contexto sociocultural compartido.

II. Los principales temas de interés

Una realidad compartida implica conflictos compartidos, aunque no necesariamente sucede lo mismo con la forma de concebirlos, priorizarlos, abordarlos y valorarlos. Los siete grupos se interesan por tres problemáticas centrales de nuestro contexto históricosocial: el poder, la identidad y la inserción del sujeto en un ambiente que le es hostil. Veamos cómo cada grupo otorga su mirada particular sobre cada una de ellas.
Tanto Sudamérica Teatro como Los Cuatro-colectivo teatral y Espacio Vacío se hacen eco de la cuestión del poder y sus diferentes manifestaciones. Con la puesta en escena de “El poder y la gloria”, Mulieri y Liberman bucean en las manipulaciones que subyacen al ejercicio del poder a la hora de tomar decisiones sobre el destino de la humanidad; en cambio, De pirro a la cabeza de Sudamérica teatro con “Detrás de las Nubes” se centra en el abuso de poder, la ambición y la capacidad de manipular la información como una forma de sustentar ese abuso. Por otro lado, Espacio Vacío pone en escena en “Ifigenia” el borramiento de los límites entre lo público y lo privado y la mezcla de las ambiciones personales con las elecciones públicas al momento de tomar las grandes decisiones vinculadas a la política y el ejercicio del poder.

En este contexto donde el poder lo atraviesa todo, incluso la construcción de la subjetividad, la pregunta por la identidad está siempre presente. Los Cuatro-colectivo teatral retoma la desaparición del cuerpo como el conflicto central de la obra “El rey de la ciénaga” y actualiza así, la metáfora de la disolución de la identidad que genera el poder al ejercer violencia sobre los cuerpos, herida histórica que nuestra sociedad procesa no sin dolor aun en nuestros días. Por otro lado, Negro y Plata Teatro manifiesta una clara preocupación acerca de la identidad cultural y promueve un vasto repertorio clásico del teatro rioplatense, retomando la configuración de la identidad enraizada en la inmigración de principios de siglo, como una forma de reconocernos en nuestra propia historia, ejemplo de ello es la puesta de “Mustafá”, “El conventillo de la paloma” y “Dos por tres, sainetes, tangos y otras yerbas”, entre otros.
La identidad se forma, sin duda, atravesada por las problemáticas emergentes del contexto sociocultural en el que se inscribe el sujeto, que muchas veces le es hostil y le impone el desafío de construirse sobre las ruinas de una realidad o en lucha constante contra la adversidad. Sobre esta problemática da cuenta el grupo Amarena danza–teatro, con puestas en escena como “Por algo será” o “Cuerpos latentes”, en las que las temáticas de la discriminación, los derechos humanos, la problemática de género, el cuerpo femenino y la globalización, al igual que la bulimia, la anorexia, el hambre y la pobreza, son núcleos temáticos importantes que reflejan la dura realidad en la que se inscribe el individuo. Desde otra perspectiva, El Barriazo trabaja con la puesta en escena de problemáticas sociales ligadas a la toma de conciencia de la participación ciudadana, fomentando una acción de participación directa sobre problemas de medio ambiente, salud, educación, prevención y seguimiento de problemáticas sociales como el HIV, adicciones o violencia.
Rozando los costados de los tres temas centrales, y resumiendo un poco lo antedicho, hallamos al grupo La Mausera, que si bien ponen en escena conflictos político-ideológicos, lo hacen confrontando en cierta manera dos mundos en permanente tensión: el mundo subjetivo y el objetivo, la configuración interna de la subjetividad frente un afuera que se impone, y la lucha permanente entre ambos, presente en la toma de decisiones con las implicancias que estas conllevan, tanto para el hombre y su interioridad como para el afuera y la construcción de una realidad.
Pero no solo la diferencia radica en la forma que estos siete grupos tienen de priorizar, concebir y valorar estas problemáticas, sino, además, en la forma en que estas son llevadas a la escena. Esta vez, la heterogeneidad gana la partida: hay diferentes formas de hablar sobre lo mismo, y también, diferentes formas de representarlo. Por ello, nos adentraremos ahora en la estética que dichos grupos trabajan al momento de concebir sus obras, pero antes, sería relevante hacer un breve comentario acerca del repertorio escogido por cada uno de ellos.

III. Autores

El repertorio escogido por los grupos es notablemente variado, al igual que el trabajo que realizan con los textos dramáticos. Hallamos, por un lado, grupos como La Mausera y Amarena que trabajan con obras de creación propia, cuya dramaturgia es absolutamente original; y, por otro lado, grupos como Los Cuatro-colectivo teatral y Sudamérica Teatro que trabajan la escritura dramática a partir de reescrituras de textos narrativos: en el primer caso reescritura que tiene por textos base “El evangelio según Jesucristo” y “Esa mujer”, de Saramago y Walsh respectivamente; en el segundo caso, a partir de cuentos de Fontanarrosa. El grupo Sudamérica Teatro, además, pone en escena dramatizaciones basadas en testimonios reales con textos escritos y dirigidos por Depirro y Laporta.
También está presente la dramaturgia a partir de la reescritura de textos teatrales, como la tragedias de Eurípides y Sófocles, en el caso de Espacio Vacío con “Clitemnestra, el juicio”; aunque también el grupo trabajó con fragmentos de textos narrativos de Beckett en “Alguien boca arriba” y adaptaciones de piezas de Ionesco y Moliere, además de contar en su repertorio con algunas obras de creación colectiva.
En el caso de Negro y Plata, la dramaturgia se produce sobre la adaptación y en algunos casos solo puesta en escena de textos teatrales de autores reconocidos en la tradición del sainete criollo, el grotesco y la gauchesca, como Discépolo, Vacarezza, González Castillo, Gorostiza, De Cecco y Gené, entre otros; aunque también trabajan con la reescritura de autores clásicos españoles como Quevedo, Cervantes o Don Juan Manuel que no son del género teatral, y con materiales ligados al acervo cultural como letras de tango y poemas lunfardos.
Autores varios, formas de encarar la dramaturgia de maneras diversas: puestas en escena que respetan los textos originales de autores clásicos, adaptaciones, reescrituras, creaciones colectivas. Dramaturgia que, vale aclarar, en la mayoría de los casos tiene su anclaje en el lenguaje verbal pero que combina otros lenguajes, como el corporal-gestual o el plástico, entre otros.
Veamos, ahora sí, qué sucede con la propuesta poética y la estética particulares de cada grupo al momento de la puesta en escena.

IV. Estética de las producciones y propuesta poética

Varios son los puntos de contacto a pesar de la heterogeneidad presente en las propuestas estéticas y poéticas de los siete grupos del Conurbano Sur. El trabajo con el cuerpo, el cruce de lenguajes, la experimentación, la explotación de la dimensión metafórica, son algunos de ellos. Veamos estas cuestiones en detalle.

a. El cuerpo y su múltiple capacidad expresiva
Crear a partir de la inclusión absoluta del cuerpo es lo que se propone el grupo Amarena, mediante el trabajo con lo corporal desde lo coreográfico; por lo que el movimiento es el motor expresivo de la temática escogida para cada obra. Incluir una impronta coreográfica en las producciones le permite al grupo explotar la expresión más allá de la faceta gestual y dramática del cuerpo en escena, abriendo posibilidades de sentido y sensibilidad propias del lenguaje de la danza.
Tanto la directora como la intérprete proponen crear a partir de la exploración de un lenguaje dramático anclado en una poética realista que refleje la dura realidad contextual en la que están inmersos los sujetos desde su corporeidad. Así, el grupo se involucra con la realidad social generando propuestas comprometidas que abarcan diferentes aspectos sobre la problemática del cuerpo en nuestra cultura actual.
Obras como “No te puedo ni ver...” y “Cuerpos latentes. Leyendas indígenas argentinas” han sido estrenadas, representadas y avaladas por diversas instituciones relacionadas con la salud y la enseñanza, llevando ya, con esta última, más de 200 funciones en todos los niveles educativos de diferentes distritos del Conurbano Sur, fomentando la inclusión, el compromiso y la conciencia social como algo esencial que va de la mano con su propuesta poética y estética.
Sudamérica Teatro, en cambio, apuesta a la capacidad expresiva del cuerpo en un espacio escénico despojado de todo tipo de escenografía y objetos, donde se potencia la expresividad discursiva y gestual del actor en escena.
En general, las puestas en escena de este grupo cuentan con solo uno o dos actores en el espacio escénico, que interpretan diferentes personajes e incluso hacen a la vez de relatores, por lo que hay un intenso trabajo gestual y vocal como base para la construcción de los diferentes personajes. Por otro lado, a esta gran exigencia expresiva a la que está sometido el cuerpo del actor se le suma el ritmo de la pieza, que muchas veces exige el teatro humorístico y la mínima presencia de otros lenguajes y complementos visuales, que dejan paso a la pura relevancia del gesto.
Puestas como “Detrás de las nubes” y “Futuro negro”, ganadoras de premios a Mejor actor y Mejor obra en diversos festivales son testimonio del arduo trabajo con la dimensión corporal, que recuerda al trabajo de los antiguos histriones, tradición clásica de la que se hacen eco los integrantes del grupo haciendo hincapié, por ejemplo, en la unidad de acción que propone Aristóteles en su Poética, y rescatando el teatro épico como uno de los más trabajados dentro del espectro de sus producciones.
En la misma línea de trabajo con el cuerpo desde lo gestual se inscribe el teatro del grupo Negro y Plata, quienes proponen indagar en la expresividad del actor más allá de las palabras. Podemos comprender mejor esta toma de posición si enmarcamos lo dicho dentro del repertorio elegido por el grupo, vinculado a la tradición cultural rioplatense, poniendo en escena obras del género grotesco y el sainete, por ejemplo, marcados por una intensa veta expresiva desde lo trágico y lo cómico que suscitan los diferentes tipos sociales representados.
Al mismo tiempo, el trabajo con lo corporal está estrechamente ligado a la utilización de los espacios, por un lado, y al objetivo que el grupo se propone como tal, por otro. Las obras se representan tanto en espacios convencionales como alternativos, variable que posibilita indagar la capacidad de expresión corporal en diferentes situaciones escénicas, y que, además, les permite difundir el teatro en diversos espacios sociales y propiciar el encuentro entre los actores y los espectadores. Para el grupo cobra una importancia central la idea de convivio, ya que en esa presencia de cuerpos compartida se abre la posibilidad de enriquecer su práctica artística, atender a las expectativas de la comunidad y trabajar sobre la idea de identidad cultural desde el encuentro y el reconocimiento mutuo, a partir del repaso de una historia social que nos es propia y la posibilidad de tomar conciencia del otro y de uno mismo como sujetos que poseen una identidad cultural compartida.

b. Ampliando horizontes: la experimentación con los diferentes lenguajes
El teatro tiene la capacidad de ampliar el plano de significación de lo real generando planos ficcionales, mundos posibles que nos permiten experimentar nuevas formas de comprender la realidad y, por qué no, en consecuencia, de operar sobre ella.
Esta concepción del teatro como metáfora es el punto de partida que el grupo Los Cuatro-colectivo teatral tiene en cuenta al momento de caracterizar su propuesta poética. Para sus integrantes, experimentar con la libertad de creación en el espacio escénico es una forma de generar una realidad que sea diferente de la cotidiana, metáfora que permite multiplicar la potencialidad de expresión de aquellos temas que trabajan en sus obras.
De esta forma, en las puestas de “Sobre el poder y la gloria” y “El rey de la ciénaga” promueven una estética por fuera del realismo para generar una reflexión sobre hechos como la desaparición de los cuerpos y la identidad o los abusos de poder, desde un lugar que permita la interpretación en el marco de lo metafórico y la pluralidad de sentidos que este pueda posibilitar.
La capacidad del teatro para generar una reflexión sobre la realidad misma por fuera de los mecanismos de aquella es lo que caracteriza al teatro como un hecho político, como un espacio de sentido que permite la toma de conciencia por sobre los condicionamientos que atraviesan nuestra subjetividad.
Dentro de esta misma línea se inscribe el grupo La Mausera, quienes indagan en el cruce de diversas áreas artísticas como la plástica, la literatura, la música y el cine, con el objetivo de profundizar en las capacidades expresivas del hecho teatral y ahondar en los aspectos políticos e ideológicos vinculados a las temáticas que ponen en escena.
El cruce de lenguajes le permite al grupo abordar otras realidades que no se rigen con las reglas de lo real objetivo (lo externo al sujeto), como lo onírico, por ejemplo. El trabajo con esta espacialidad interior, cuyas reglas son propias y absolutamente subjetivas, les da lugar a plantear las tensiones y los diálogos posibles entre estos dos planos: la posibilidad, la voluntad de “ser” frente a lo fáctico, lo que se “es”. La toma de decisión enmarcada en esta puja pone en juego lo más íntimo del hombre a partir de un debate interior que tendrá repercusiones en la esfera ética y legal, implicadas en toda decisión que opera sobre lo real, y en ello la concreción o no de los mundos posibles imaginados y la cancelación de otras posibilidades a partir de una elección.
Bajo estas concepciones fueron puestas en escena “La casa chica (crónica del deseo apagado de vivir del otro lado)” y “Mil puertas (retrato psicótico del encierro infinito)”, ambas desde una propuesta poética no realista, en las que los personajes se debaten entre mantener su condición, apostar a un futuro promisorio que puede no suceder y escapar de un pasado que no deja de atravesarlos.
Haciendo hincapié en la no convencionalidad del teatro y la posibilidad de construir significación a partir del cruce de lenguajes, nos acercamos a la propuesta del grupo Espacio Vacío, quienes demuestran una enorme preocupación por el aspecto espacial como un lenguaje más, haciendo de él uno de los núcleos más relevantes de la propuesta del grupo.
Bajo la concepción de que el teatro está atravesado fuertemente por coordenadas espacio-temporales (el aquí y ahora) sostienen que la significación se construye en ese cruce y es desde allí que hay que hacer su lectura, tomando al espacio como lenguaje disparador del proceso creativo que entra en diálogo con los otros lenguajes presentes, tanto el dramático donde interactúan la iluminación, el vestuario, la escenografía, los objetos, etc., como el plástico y la danza, por ejemplo.
Observemos la reformulación de las categorías tradicionales del espacio teatral bajo el tratamiento del grupo en la obra “Ifigenia”, donde el espacio tradicional de la tragedia, un espacio abierto, público y realista, se transforma en un espacio cerrado, privado y con elementos surrealistas, recreando las acciones trágicas que consisten en la toma de decisiones políticas que se llevan a cabo en el baño de una casa. Como vemos, el uso particular del espacio es desde donde se construye una de las significaciones posibles de la pieza: el borramiento de límites entre lo público y lo privado. La misma puesta incluye, además de la utilización de este “escenario” que genera un ambiente agobiantemente íntimo, espacios que le están vedados al público y que le son sugeridos a partir de la escucha de voces que provienen de otros ambientes.
Pero no se agota aquí la veta experimental del grupo. En la misma puesta se pone en juego el cruce de lenguajes antes mencionado, con la intervención de un coro que aporta la danza, la presencia de lo gestual y la integración de recitados de un discurso más poético. También cumple un rol fundamental la iluminación generando climas intimistas y potenciando o acallando la significación de los espacios, y la presencia de música en vivo, recursos que apelan a despertar los sentidos de espectador, introduciéndolo en un nuevo orden de percepción, cercano a lo que Brook denominó “teatro sagrado”, a partir del cual se experimenta la hierofanía: la fuga de la realidad a partir de la conexión con lo absoluto; autor que, reconocen, los ha influenciado enormemente a la hora de concebir su propia práctica teatral.

c. Cuando el teatro se esgrime desde la praxis...
Un capítulo aparte merece el grupo El Barriazo, quienes conciben al teatro como una praxis que opera sobre lo real, un espacio de intercambio de experiencias artísticas y sociales que permite pensarnos como sujetos y nos acerca las herramientas para el cambio.
Para dicho grupo, el teatro posee una marcada función social, por ello más que un hecho artístico es una práctica que posibilita ingresar a otros órdenes de conciencia y acción de nosotros mismos. La forma de llevar a cabo su práctica está vinculada, más que con la producción teatral en sí, con el desarrollo de actividades culturales y talleres que, por medio de la práctica teatral, dan voz a aquellos que muchas veces no encuentran un espacio, e impulsan el compromiso y la realización de tareas comunitarias que fomentan la cultura y una mejor calidad de vida para los participantes de la comunidad.
Si bien su actividad se inicia en estrecha relación con el Teatro Juvenilla de Lomas de Zamora, con más de cincuenta años de historia, posteriormente traspasarán sus puertas abordando espacios públicos diversos que los acercan de diferentes formas a la gente. Podemos mencionar, entre otros, espacios radiales en donde el teatro está ligado a la realización de un “radioteatro” en el que participan diferentes miembros del barrio con la finalidad de fomentar la opinión, la participación creativa y el incentivo hacia la lectura; espacios públicos como la creación de un anfiteatro para el acceso público y gratuito de la gente a los espectáculos teatrales, u hospitales donde colaboran con diferentes campañas de salud.
Para el grupo el Barriazo el hecho teatral no está concebido como un hecho estético solamente, sino como una práctica profundamente social y política, que está arraigada fuertemente a la participación y a la intervención sobre lo real: un teatro que encuentra su lugar en la praxis.

V. Entre el cruce de dos vertientes: Lo estético y lo político
El trabajo que desarrollan actualmente los grupos de teatro de la zona sur no se agota en la producción de espectáculos, sino que abre su horizonte hacia la investigación teatral, la capacitación, la enseñanza y la concreción de actividades que tienen como sustento una concepción de teatro como práctica social capaz de intervenir y transformar aquella realidad sobre la que opera.
En esta multiplicidad de actividades se observan dos ejes vertebradores: una preocupación por la búsqueda de nuevas formas de expresión a partir de la propuesta estética y poética, de la mano de la experimentación y el cruce de lenguajes como forma de reformular y ampliar las categorías tradicionales, con las que se ha concebido y creado la actividad teatral hasta ahora; y la preocupación por expresar las nuevas problemáticas emergentes de nuestra sociedad, presentando los conflictos políticos-sociales algunos más cerca de la denuncia, otros más cercanos a la participación social y a la actividad teatral como una militancia en pos de la concientización y el bienestar comunitario.
Ya sea más abocados a la búsqueda estética o al compromiso político, los grupos no dejan de lado ninguno de los dos aspectos, pues construyen su actividad desde el cruce y el diálogo permanente entre ambas vertientes de interés. Conjugar la reflexión y la práctica en ambos aspectos permite la búsqueda de nuevas vías para expresar conflictos que se renuevan y complejizan en un momento histórico social de cambios vertiginosos y crisis en apariencia infranqueables. Para nuevas realidades es necesario nuevas formas de nombrar; para nuevas respuestas, será entonces necesario, nuevas búsquedas que nos den la posibilidad de pensar la realidad de una manera diferente.
Quizás este sea el rasgo más claro que da cuenta de la complejidad y la riqueza de la actividad teatral que se desarrolla en el Conurbano Sur.


Buenos Aires, Agosto de 2008

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