Mariana Cerrillo (UNLZ-CCC)
El
Conurbano Sur se caracteriza por desarrollar una intensa actividad
teatral que no siempre es reconocida ni tampoco estudiada por quienes
entendemos al teatro como una manifestación artística con un lugar
fundamental en la cultura.
Nos
proponemos, en esta oportunidad, acercarnos a aquellos que, sin un
espacio propio, dan vida a la actividad teatral en sus diferentes
matices. Es así que a partir del relato de siete grupos
representativos del enorme número que crean y fortalecen el circuito
teatral del conurbano, intentaremos dar cuenta de las actividades que
hoy por hoy se están desarrollando en él y acercarnos, aunque más
no sea tentativamente, a una reflexión sobre el fenómeno y una
posible línea de lectura respecto de este enorme y complejo
entramado que es la actividad de los grupos teatrales en el Conurbano
Sur.
I. Sobre los grupos
Hijos
de una democracia en reconstrucción, nacen en la década del `90
tres de los siete grupos representativos del teatro del Conurbano
Sur: Sudamérica
Teatro,
de la mano de Claudio Depirro y Fernando Laporta, en 1991, quienes
cuentan hoy con un numeroso staff
conformado
por Silvia
Fortunato, Patricia Casalvieri, Marcos Zangaro, Daniela Fortunato,
Gastón Palacio, Sergio López, Ulises Levanavisius, Hernán Isusi,
Marisa Vereda, Ezequiel Galeano, Analía Camarota, Natalia Santini
(en escenografía) y Esteban Lambruschini (en diseño gráfico y
fotografía);
Espacio
Vacío,
con Martín Wolf y Fátima Hammoud a la cabeza, en 1996, junto a
Valeria
Kamenet y Mirta Huertas;
y Amarena
Teatro Danza,
en 1997, conformado por Liliana Lago y Mabel Corrado.
Por
esta misma época se consolidaban en la actividad teatral otros dos
grupos que ya tenían una amplia trayectoria: en 1998, Negro
y Plata teatro,
dirigido por Gustavo Di Leo, teatrista que se inicia en la dirección
en el año ´73, pasando por la formación de diferentes grupos con
sedes en diversos lugares de la zona sur; y El
Barriazo espacio socio-cultural,
quienes a partir de la iniciativa de Jorge Galván e Irene Silva,
desarrollan actividades teatrales desde el año 1986 bajo el nombre
de Cuenta Cuentos, denominación que posteriormente fueron
reformulando de acuerdo con las necesidades y perspectivas de trabajo
del grupo.
Entrados
ya en la década siguiente ven la luz dos nuevos grupos: Los
Cuatro–colectivo teatral,
en el año 2003, a cargo de Daniel Mulieri y Fabio Liberman; y La
Mausera,
en el 2005, conformado por Daniel Cruz y Gabriel Fernández Chapo,
quienes para cada producción convocan actores invitados adecuados
para la propuesta, como fueron Junior Cross, Ramiro Cobas, Darío
Segura, María Luz Román y Clara Rosetti, además del músico
Christian De Marco que realiza composiciones originales a sus
espectáculos.
Todos
los grupos nacen en diferentes zonas del sur del conurbano
bonaerense: Lomas de Zamora, Temperley, Adrogué, Remedios de
Escalada, Banfield, Quilmes, entre otros; pero hacen extensiva su
actividad a la Capital Federal, otras zonas del interior de la
provincia de Buenos Aires, e incluso, realizan giras y presentaciones
en otras provincias del país y en el exterior.
Todos
ellos, actualmente, no solo se dedican a la producción teatral, sino
que, en todos los casos, están vinculados con la docencia, la
investigación, la capacitación y la realización de actividades de
participación social, aspectos que amplían y enriquecen sus
experiencias como teatristas; además de estar presentes en
festivales regionales, provinciales e internacionales, y en diversos
encuentros sobre teatro, tanto en calidad de asistentes como de
organizadores.
Siete
grupos, siete formas diferentes de llevar adelante la práctica
teatral. Adentrémonos, entonces, a la heterogeneidad que nos ofrecen
estas siete agrupaciones nacidas en un múltiple, complejo y
problemático contexto sociocultural compartido.
II. Los principales temas de interés
Una
realidad compartida implica conflictos compartidos, aunque no
necesariamente sucede lo mismo con la forma de concebirlos,
priorizarlos, abordarlos y valorarlos. Los siete grupos se interesan
por tres problemáticas centrales de nuestro contexto
históricosocial: el poder, la identidad y la inserción del sujeto
en un ambiente que le es hostil. Veamos cómo cada grupo otorga su
mirada particular sobre cada una de ellas.
Tanto
Sudamérica Teatro como Los Cuatro-colectivo teatral y Espacio Vacío
se hacen eco de la cuestión del poder y sus diferentes
manifestaciones. Con la puesta en escena de “El poder y la gloria”,
Mulieri y Liberman bucean en las manipulaciones que subyacen al
ejercicio del poder a la hora de tomar decisiones sobre el destino de
la humanidad; en cambio, De pirro a la cabeza de Sudamérica teatro
con “Detrás de las Nubes” se centra en el abuso de poder, la
ambición y la capacidad de manipular la información como una forma
de sustentar ese abuso. Por otro lado, Espacio Vacío pone en escena
en “Ifigenia” el borramiento de los límites entre lo público y
lo privado y la mezcla de las ambiciones personales con las
elecciones públicas al momento de tomar las grandes decisiones
vinculadas a la política y el ejercicio del poder.
En
este contexto donde el poder lo atraviesa todo, incluso la
construcción de la subjetividad, la pregunta por la identidad está
siempre presente. Los Cuatro-colectivo teatral retoma la desaparición
del cuerpo como el conflicto central de la obra “El rey de la
ciénaga” y actualiza así, la metáfora de la disolución de la
identidad que genera el poder al ejercer violencia sobre los cuerpos,
herida histórica que nuestra sociedad procesa no sin dolor aun en
nuestros días. Por otro lado, Negro y Plata Teatro manifiesta una
clara preocupación acerca de la identidad cultural y promueve un
vasto repertorio clásico del teatro rioplatense, retomando la
configuración de la identidad enraizada en la inmigración de
principios de siglo, como una forma de reconocernos en nuestra propia
historia, ejemplo de ello es la puesta de “Mustafá”, “El
conventillo de la paloma” y “Dos por tres, sainetes, tangos y
otras yerbas”, entre otros.
La
identidad se forma, sin duda, atravesada por las problemáticas
emergentes del contexto sociocultural en el que se inscribe el
sujeto, que muchas veces le es hostil y le impone el desafío de
construirse sobre las ruinas de una realidad o en lucha constante
contra la adversidad. Sobre esta problemática da cuenta el grupo
Amarena danza–teatro, con puestas en escena como “Por algo será”
o “Cuerpos latentes”, en las que las temáticas de la
discriminación, los derechos humanos, la problemática de género,
el cuerpo femenino y la globalización, al igual que la bulimia, la
anorexia, el hambre y la pobreza, son núcleos temáticos importantes
que reflejan la dura realidad en la que se inscribe el individuo.
Desde otra perspectiva, El Barriazo trabaja con la puesta en escena
de problemáticas sociales ligadas a la toma de conciencia de la
participación ciudadana, fomentando una acción de participación
directa sobre problemas de medio ambiente, salud, educación,
prevención y seguimiento de problemáticas sociales como el HIV,
adicciones o violencia.
Rozando
los costados de los tres temas centrales, y resumiendo un poco lo
antedicho, hallamos al grupo La Mausera, que si bien ponen en escena
conflictos político-ideológicos, lo hacen confrontando en cierta
manera dos mundos en permanente tensión: el mundo subjetivo y el
objetivo, la configuración interna de la subjetividad frente un
afuera que se impone, y la lucha permanente entre ambos, presente en
la toma de decisiones con las implicancias que estas conllevan, tanto
para el hombre y su interioridad como para el afuera y la
construcción de una realidad.
Pero
no solo la diferencia radica en la forma que estos siete grupos
tienen de priorizar, concebir y valorar estas problemáticas, sino,
además, en la forma en que estas son llevadas a la escena. Esta vez,
la heterogeneidad gana la partida: hay diferentes formas de hablar
sobre lo mismo, y también, diferentes formas de representarlo. Por
ello, nos adentraremos ahora en la estética que dichos grupos
trabajan al momento de concebir sus obras, pero antes, sería
relevante hacer un breve comentario acerca del repertorio escogido
por cada uno de ellos.
III. Autores
El
repertorio escogido por los grupos es notablemente variado, al igual
que el trabajo que realizan con los textos dramáticos. Hallamos, por
un lado, grupos como La Mausera y Amarena que trabajan con obras de
creación propia, cuya dramaturgia es absolutamente original; y, por
otro lado, grupos como Los Cuatro-colectivo teatral y Sudamérica
Teatro que trabajan la escritura dramática a partir de reescrituras
de textos narrativos: en el primer caso reescritura que tiene por
textos base “El evangelio según Jesucristo” y “Esa mujer”,
de Saramago y Walsh respectivamente; en el segundo caso, a partir de
cuentos de Fontanarrosa. El grupo Sudamérica Teatro, además, pone
en escena dramatizaciones basadas en testimonios reales con textos
escritos y dirigidos por Depirro y Laporta.
También
está presente la dramaturgia a partir de la reescritura de textos
teatrales, como la tragedias de Eurípides y Sófocles, en el caso de
Espacio Vacío con “Clitemnestra, el juicio”; aunque también el
grupo trabajó con fragmentos de textos narrativos de Beckett en
“Alguien boca arriba” y adaptaciones de piezas de Ionesco y
Moliere, además de contar en su repertorio con algunas obras de
creación colectiva.
En
el caso de Negro y Plata, la dramaturgia se produce sobre la
adaptación y en algunos casos solo puesta en escena de textos
teatrales de autores reconocidos en la tradición del sainete
criollo, el grotesco y la gauchesca, como Discépolo, Vacarezza,
González Castillo, Gorostiza, De Cecco y Gené, entre otros; aunque
también trabajan con la reescritura de autores clásicos españoles
como Quevedo, Cervantes o Don Juan Manuel que no son del género
teatral, y con materiales ligados al acervo cultural como letras de
tango y poemas lunfardos.
Autores
varios, formas de encarar la dramaturgia de maneras diversas: puestas
en escena que respetan los textos originales de autores clásicos,
adaptaciones, reescrituras, creaciones colectivas. Dramaturgia que,
vale aclarar, en la mayoría de los casos tiene su anclaje en el
lenguaje verbal pero que combina otros lenguajes, como el
corporal-gestual o el plástico, entre otros.
Veamos,
ahora sí, qué sucede con la propuesta poética y la estética
particulares de cada grupo al momento de la puesta en escena.
IV. Estética de las producciones y propuesta poética
Varios
son los puntos de contacto a pesar de la heterogeneidad presente en
las propuestas estéticas y poéticas de los siete grupos del
Conurbano Sur. El trabajo con el cuerpo, el cruce de lenguajes, la
experimentación, la explotación de la dimensión metafórica, son
algunos de ellos. Veamos estas cuestiones en detalle.
a.
El cuerpo y su múltiple capacidad expresiva
Crear
a partir de la inclusión absoluta del cuerpo es lo que se propone el
grupo Amarena, mediante el trabajo con lo corporal desde lo
coreográfico; por lo que el movimiento es el motor expresivo de la
temática escogida para cada obra. Incluir una impronta coreográfica
en las producciones le permite al grupo explotar la expresión más
allá de la faceta gestual y dramática del cuerpo en escena,
abriendo posibilidades de sentido y sensibilidad propias del lenguaje
de la danza.
Tanto
la directora como la intérprete proponen crear a partir de la
exploración de un lenguaje dramático anclado en una poética
realista que refleje la dura realidad contextual en la que están
inmersos los sujetos desde su corporeidad. Así, el grupo se
involucra con la realidad social generando propuestas comprometidas
que abarcan diferentes aspectos sobre la problemática del cuerpo en
nuestra cultura actual.
Obras
como “No te puedo ni ver...” y “Cuerpos latentes. Leyendas
indígenas argentinas” han sido estrenadas, representadas y
avaladas por diversas instituciones relacionadas con la salud y la
enseñanza, llevando ya, con esta última, más de 200 funciones en
todos los niveles educativos de diferentes distritos del Conurbano
Sur, fomentando la inclusión, el compromiso y la conciencia social
como algo esencial que va de la mano con su propuesta poética y
estética.
Sudamérica
Teatro, en cambio, apuesta a la capacidad expresiva del cuerpo en un
espacio escénico despojado de todo tipo de escenografía y objetos,
donde se potencia la expresividad discursiva y gestual del actor en
escena.
En
general, las puestas en escena de este grupo cuentan con solo uno o
dos actores en el espacio escénico, que interpretan diferentes
personajes e incluso hacen a la vez de relatores, por lo que hay un
intenso trabajo gestual y vocal como base para la construcción de
los diferentes personajes. Por otro lado, a esta gran exigencia
expresiva a la que está sometido el cuerpo del actor se le suma el
ritmo de la pieza, que muchas veces exige el teatro humorístico y la
mínima presencia de otros lenguajes y complementos visuales, que
dejan paso a la pura relevancia del gesto.
Puestas
como “Detrás de las nubes” y “Futuro negro”, ganadoras de
premios a Mejor actor y Mejor obra en diversos festivales son
testimonio del arduo trabajo con la dimensión corporal, que recuerda
al trabajo de los antiguos histriones, tradición clásica de la que
se hacen eco los integrantes del grupo haciendo hincapié, por
ejemplo, en la unidad de acción que propone Aristóteles en su
Poética,
y rescatando el teatro épico como uno de los más trabajados dentro
del espectro de sus producciones.
En
la misma línea de trabajo con el cuerpo desde lo gestual se inscribe
el teatro del grupo Negro y Plata, quienes proponen indagar en la
expresividad del actor más allá de las palabras. Podemos comprender
mejor esta toma de posición si enmarcamos lo dicho dentro del
repertorio elegido por el grupo, vinculado a la tradición cultural
rioplatense, poniendo en escena obras del género grotesco y el
sainete, por ejemplo, marcados por una intensa veta expresiva desde
lo trágico y lo cómico que suscitan los diferentes tipos sociales
representados.
Al
mismo tiempo, el trabajo con lo corporal está estrechamente ligado a
la utilización de los espacios, por un lado, y al objetivo que el
grupo se propone como tal, por otro. Las obras se representan tanto
en espacios convencionales como alternativos, variable que posibilita
indagar la capacidad de expresión corporal en diferentes situaciones
escénicas, y que, además, les permite difundir el teatro en
diversos espacios sociales y propiciar el encuentro entre los actores
y los espectadores. Para el grupo cobra una importancia central la
idea de convivio,
ya que en esa presencia de cuerpos compartida se abre la posibilidad
de enriquecer su práctica artística, atender a las expectativas de
la comunidad y trabajar sobre la idea de identidad cultural desde el
encuentro y el reconocimiento mutuo, a partir del repaso de una
historia social que nos es propia y la posibilidad de tomar
conciencia del otro y de uno mismo como sujetos que poseen una
identidad cultural compartida.
b.
Ampliando horizontes: la experimentación con los diferentes
lenguajes
El
teatro tiene la capacidad de ampliar el plano de significación de lo
real generando planos ficcionales, mundos posibles que nos permiten
experimentar nuevas formas de comprender la realidad y, por qué no,
en consecuencia, de operar sobre ella.
Esta
concepción del teatro como metáfora es el punto de partida que el
grupo Los Cuatro-colectivo teatral tiene en cuenta al momento de
caracterizar su propuesta poética. Para sus integrantes,
experimentar con la libertad de creación en el espacio escénico es
una forma de generar una realidad que sea diferente de la cotidiana,
metáfora que permite multiplicar la potencialidad de expresión de
aquellos temas que trabajan en sus obras.
De
esta forma, en las puestas de “Sobre el poder y la gloria” y “El
rey de la ciénaga” promueven una estética por fuera del realismo
para generar una reflexión sobre hechos como la desaparición de los
cuerpos y la identidad o los abusos de poder, desde un lugar que
permita la interpretación en el marco de lo metafórico y la
pluralidad de sentidos que este pueda posibilitar.
La
capacidad del teatro para generar una reflexión sobre la realidad
misma por fuera de los mecanismos de aquella es lo que caracteriza al
teatro como un hecho político, como un espacio de sentido que
permite la toma de conciencia por sobre los condicionamientos que
atraviesan nuestra subjetividad.
Dentro
de esta misma línea se inscribe el grupo La Mausera, quienes indagan
en el cruce de diversas áreas artísticas como la plástica, la
literatura, la música y el cine, con el objetivo de profundizar en
las capacidades expresivas del hecho teatral y ahondar en los
aspectos políticos e ideológicos vinculados a las temáticas que
ponen en escena.
El
cruce de lenguajes le permite al grupo abordar otras realidades que
no se rigen con las reglas de lo real objetivo (lo externo al
sujeto), como lo onírico, por ejemplo. El trabajo con esta
espacialidad interior, cuyas reglas son propias y absolutamente
subjetivas, les da lugar a plantear las tensiones y los diálogos
posibles entre estos dos planos: la posibilidad, la voluntad
de “ser” frente a lo fáctico, lo que se “es”.
La toma de decisión enmarcada en esta puja pone en juego lo más
íntimo del hombre a partir de un debate interior que tendrá
repercusiones en la esfera ética y legal, implicadas en toda
decisión que opera sobre lo real, y en ello la concreción o no de
los mundos posibles imaginados y la cancelación de otras
posibilidades a partir de una elección.
Bajo
estas concepciones fueron puestas en escena “La casa chica (crónica
del deseo apagado de vivir del otro lado)” y “Mil puertas
(retrato psicótico del encierro infinito)”, ambas desde una
propuesta poética no realista, en las que los personajes se debaten
entre mantener su condición, apostar a un futuro promisorio que
puede no suceder y escapar de un pasado que no deja de atravesarlos.
Haciendo
hincapié en la no convencionalidad del teatro y la posibilidad de
construir significación a partir del cruce de lenguajes, nos
acercamos a la propuesta del grupo Espacio Vacío, quienes demuestran
una enorme preocupación por el aspecto espacial como un lenguaje
más, haciendo de él uno de los núcleos más relevantes de la
propuesta del grupo.
Bajo
la concepción de que el teatro está atravesado fuertemente por
coordenadas espacio-temporales (el aquí y ahora) sostienen que la
significación se construye en ese cruce y es desde allí que hay que
hacer su lectura, tomando al espacio como lenguaje disparador del
proceso creativo que entra en diálogo con los otros lenguajes
presentes, tanto el dramático donde interactúan la iluminación, el
vestuario, la escenografía, los objetos, etc., como el plástico y
la danza, por ejemplo.
Observemos
la reformulación de las categorías tradicionales del espacio
teatral bajo el tratamiento del grupo en la obra “Ifigenia”,
donde el espacio tradicional de la tragedia, un espacio abierto,
público y realista, se transforma en un espacio cerrado, privado y
con elementos surrealistas, recreando las acciones trágicas que
consisten en la toma de decisiones políticas que se llevan a cabo en
el baño de una casa. Como vemos, el uso particular del espacio es
desde donde se construye una de las significaciones posibles de la
pieza: el borramiento de límites entre lo público y lo privado. La
misma puesta incluye, además de la utilización de este “escenario”
que genera un ambiente agobiantemente íntimo, espacios que le están
vedados al público y que le son sugeridos a partir de la escucha de
voces que provienen de otros ambientes.
Pero
no se agota aquí la veta experimental del grupo. En la misma puesta
se pone en juego el cruce de lenguajes antes mencionado, con la
intervención de un coro que aporta la danza, la presencia de lo
gestual y la integración de recitados de un discurso más poético.
También cumple un rol fundamental la iluminación generando climas
intimistas y potenciando o acallando la significación de los
espacios, y la presencia de música en vivo, recursos que apelan a
despertar los sentidos de espectador, introduciéndolo en un nuevo
orden de percepción, cercano a lo que Brook denominó “teatro
sagrado”, a partir del cual se experimenta la hierofanía: la fuga
de la realidad a partir de la conexión con lo absoluto; autor que,
reconocen, los ha influenciado enormemente a la hora de concebir su
propia práctica teatral.
c.
Cuando el teatro se esgrime desde la praxis...
Un
capítulo aparte merece el grupo El Barriazo, quienes conciben al
teatro como una praxis que opera sobre lo real, un espacio de
intercambio de experiencias artísticas y sociales que permite
pensarnos como sujetos y nos acerca las herramientas para el cambio.
Para
dicho grupo, el teatro posee una marcada función social, por ello
más que un hecho artístico es una práctica que posibilita ingresar
a otros órdenes de conciencia y acción de nosotros mismos. La forma
de llevar a cabo su práctica está vinculada, más que con la
producción teatral en sí, con el desarrollo de actividades
culturales y talleres que, por medio de la práctica teatral, dan voz
a aquellos que muchas veces no encuentran un espacio, e impulsan el
compromiso y la realización de tareas comunitarias que fomentan la
cultura y una mejor calidad de vida para los participantes de la
comunidad.
Si
bien su actividad se inicia en estrecha relación con el Teatro
Juvenilla de Lomas de Zamora, con más de cincuenta años de
historia, posteriormente traspasarán sus puertas abordando espacios
públicos diversos que los acercan de diferentes formas a la gente.
Podemos mencionar, entre otros, espacios radiales en donde el teatro
está ligado a la realización de un “radioteatro” en el que
participan diferentes miembros del barrio con la finalidad de
fomentar la opinión, la participación creativa y el incentivo hacia
la lectura; espacios públicos como la creación de un anfiteatro
para el acceso público y gratuito de la gente a los espectáculos
teatrales, u hospitales donde colaboran con diferentes campañas de
salud.
Para
el grupo el Barriazo el hecho teatral no está concebido como un
hecho estético solamente, sino como una práctica profundamente
social y política, que está arraigada fuertemente a la
participación y a la intervención sobre lo real: un teatro que
encuentra su lugar en la praxis.
V.
Entre el cruce de dos vertientes: Lo estético y lo político
El
trabajo que desarrollan actualmente los grupos de teatro de la zona
sur no se agota en la producción de espectáculos, sino que abre su
horizonte hacia la investigación teatral, la capacitación, la
enseñanza y la concreción de actividades que tienen como sustento
una concepción de teatro como práctica social capaz de intervenir y
transformar aquella realidad sobre la que opera.
En
esta multiplicidad de actividades se observan dos ejes vertebradores:
una preocupación por la búsqueda de nuevas formas de expresión a
partir de la propuesta estética y poética, de la mano de la
experimentación y el cruce de lenguajes como forma de reformular y
ampliar las categorías tradicionales, con las que se ha concebido y
creado la actividad teatral hasta ahora; y la preocupación por
expresar las nuevas problemáticas emergentes de nuestra sociedad,
presentando los conflictos políticos-sociales algunos más cerca de
la denuncia, otros más cercanos a la participación social y a la
actividad teatral como una militancia en pos de la concientización y
el bienestar comunitario.
Ya
sea más abocados a la búsqueda estética o al compromiso político,
los grupos no dejan de lado ninguno de los dos aspectos, pues
construyen su actividad desde el cruce y el diálogo permanente entre
ambas vertientes de interés. Conjugar la reflexión y la práctica
en ambos aspectos permite la búsqueda de nuevas vías para expresar
conflictos que se renuevan y complejizan en un momento histórico
social de cambios vertiginosos y crisis en apariencia infranqueables.
Para nuevas realidades es necesario nuevas formas de nombrar; para
nuevas respuestas, será entonces necesario, nuevas búsquedas que
nos den la posibilidad de pensar la realidad de una manera diferente.
Quizás
este sea el rasgo más claro que da cuenta de la complejidad y la
riqueza de la actividad teatral que se desarrolla en el Conurbano
Sur.
Buenos
Aires, Agosto de 2008
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