lunes, 1 de agosto de 2016

La noción de sustancia en "Metafísica" de Aristóteles


I. Introducción
Aristóteles en Metafísica se ocupa del problema del ser, aunque esta pregunta no sea el verdadero punto de partida. La obra va arribando progresivamente al núcleo de lo que constituye el principal interés del filósofo: la búsqueda de una ciencia que se ocupe de los primeros principios y de las primeras causas.
En el marco de esta búsqueda de la filosofía primera, también llamada sabiduría, aparece la pregunta por el ente, por lo que es, por el ser. Dice Aristóteles en el comienzo del Libro IV: “Hay una ciencia que estudia el Ser en tanto que ser y los atributos que por su propia naturaleza le corresponden” (2011: 110). El ser será objeto de estudio de la ciencia buscada. Pero, ¿qué es el Ser para Aristóteles? El filósofo afirma en el Libro VII de Metafísica que “(...) el Ser en sentido absoluto, ha de ser la substancia” (2011: 208). Entonces, para saber qué es el ser, es fundamental preguntarse por la naturaleza de la substancia, ya que explica el filósofo en el Libro citado: “(...) qué es el Ser, no es sino preguntarse qué es la substancia” (2011: 208). La respuesta a esta pregunta se desarrolla en los Libros VII, VIII y IX de la Metafísica, y esto le permitirá arribar en los Libros siguientes a lo que él considera la causa primera, el primer motor inmóvil.
¿Qué es, entonces, sustancia para Aristóteles? Sobre la respuesta que da el Estagirita a esta pregunta nos ocuparemos en el presente trabajo.
Para ello, en primer lugar, señalaremos cómo llega el autor a asimilar el ser con la sustancia, para luego adentrarnos en la noción misma, cómo arriba a esta y cuáles son sus particularidades. Por último, analizaremos aquel aspecto de la sustancia, el acto, que permite ir allanando el camino hacia la pregunta por la causa primera. Finalmente, volveremos al marco de referencia que da sentido a la pregunta por la sustancia, y trataremos acerca de su relación con la filosofía primera que se intenta describir en la Metafísica.

II. Ser es sustancia
En el Libro IV, Aristóteles habla de una ciencia que estudia el ser en tanto que ser, y advierte en ello una primera dificultad que radica en la complejidad del objeto, ya que
Se puede hablar de Ser en varios sentidos distintos, pero todos se refieren a una sola cosa, a una única naturaleza determinada, y no es una cuestión de simple homonimia (…): de algunas cosas se dice que existen porque son substancias, de otras, porque son afecciones de la substancia, de otras porque son un camino hacia la substancia, o porque son destrucciones, privaciones, cualidades, agentes productivos o generativos de la substancia (...) (2011: 111).
El ser, entonces, se dice de muchas maneras, es intrínsecamente múltiple, como señala Berti (2011: 75). El ser dice todos los aspectos en común (género) de los diversos entes, pero también sus particularidades o diferencias. Considerado esto así, sería dificultoso poder constituir una ciencia que se ocupe, como todas las ciencias particulares, de un solo género.
En el Libro VI, Aristóteles enumera cuatro acepciones del ser: el ser como accidente, que por no ser habitual ni siempre no nos permite hacer ciencia; el ser como verdadero, que tampoco es principal, ya que esta determinación de verdadero o falso solo se lleva a cabo en la mente, por lo que se reduce a un ser mental; y por último, las categorías, y la potencia y el acto, que son las acepciones que considerará fundamentales, ya que en ellas subyace la noción de sustancia (Reale, 2003: 59-62). El desarrollo de estos dos aspectos en los Libros VII a IX, constituirán el análisis detallado acerca de la noción de sustancia.
La ciencia buscada va más allá de los géneros particulares, se ocupa de algo común a todos los entes, trascendiendo los géneros y buscando algo que es primero. Por eso, el sentido primero del ente respecto del cual son los otros sentidos, es la ousia, traducida por Berti como “sustancia”. Así, la categoría primera de sustancia está por sobre las otras categorías que establece Aristóteles: cantidad, cualidad, relación, lugar, tiempo, posición, posesión, acción, pasión (Gómez-Lobo, 1998: 54), ya que, como indica Berti, la condición de “primera” de la sustancia implica: “Condición de ser de todos los otros, condición por la cual se puede decir de los otros que son” (2011: 76), por eso se constituye como el género primero. Los accidentes del ser que son predicados de la sustancia (categorías) son la sustancia segunda.
Esta “homonimia relativa” del ser, según Berti, que se da por lo común dentro de los diferentes sentidos del ser, hace posible la filosofía primera ya que le garantiza cierta unidad a esta ciencia del ser.
Ahora, si el objetivo de la ciencia que se ocupa del ser en tanto ser es buscar los principios y causas primeras, y es la sustancia el sentido fundamental o primero del ser, es necesario indagar qué es la sustancia y cuáles son sus principios y causas primeras.

III. La sustancia: el ente separado e individual
En el Libro VII de la Metafísica, Aristóteles señala que la categoría de sustancia es independiente de las demás y primera, ya que las otras son respecto de esta, es decir, son aspectos de la sustancia, pero no son la sustancia en su sentido absoluto, ya que “(...) en el enunciado de cada ser se halla necesariamente contenido el de su substancia” (2011: 208). Como mencionamos antes, Ser en sentido absoluto es la sustancia (1028a 32).
Para indagar en la naturaleza de la sustancia, Aristóteles comienza por mencionar, en el Capítulo 3 del Libro VII, que hay como mínimo cuatro tipos de acepciones fundamentales para aquella: la esencia (forma), el universal (género), el sustrato (materia) y el compuesto de materia y forma (Berti, 2011: 101).
Para buscar el sentido primero de sustancia, el filósofo comienza por analizar una de las características centrales de esta: sustancia es “(...) aquello que no se predica de un sujeto y de lo que todo lo demás se predica” (Aristóteles, 2011: 211). Sustancia es sujeto, según esta noción. En cierto sentido, dice Aristóteles, el sujeto es la materia, en otro sentido, la forma; y en un tercer sentido, es el compuesto de ambas (Aristóteles, 2011: 211). Así, se tiende a considerar que la materia, que es anterior a la forma y al compuesto, es el sujeto primero del cual se predica, y equipararía la materia o sustrato a la categoría primera de sustancia. Sin embargo, esto no podría ser así, ya que si abstrajéramos de la materia todos sus predicados, su forma, quedaría pura materia indeterminada, y para poder decir que algo es sustancia debemos poder individualizarla y existir separada (ser en sí), por lo tanto, decir que la sustancia es sustrato resulta insatisfactorio. Es por ello que sustancia no es el sustrato o materia. Veremos que luego precisará que lo que le falta a la materia para ser individualizable es la forma, por lo que acercará la noción de sustancia al compuesto de materia y forma.
Por otra parte, en el Capítulo decimotercero, desarrolla una serie de argumentos para demostrar que la sustancia tampoco es un universal, ya que el universal se predica de muchos, y la sustancia, como ya se ha señalado, no es predicable. Por otro lado, el universal al predicarse de muchos, es común a muchos entes, por lo tanto, la multiplicidad se volvería una sola cosa, pues todas las cosas serían la misma por tener la misma sustancia, esto resultaría en que la sustancia no es particular ni propia de cada ente. Además, el universal tampoco es separado, no existe en sí como la sustancia, pues de ser así, debería ser anterior a la sustancia misma, y tener entidad por sí1, volviéndose sustancia primera; y además, considerarlo sustancia separada pero sin ser anterior, sino como parte de la sustancia misma, implicaría admitir que en la sustancia coexisten dos sustancias, lo cual es imposible, señalando al final del Capítulo decimosexto: “Así pues, es evidente que ninguno de los llamados universales es substancia y que ninguna substancia se compone de substancias” (2011: 252).
¿Qué es sustancia para Aristóteles, entonces? El filósofo se inclinará por acercar la sustancia a la esencia (forma) y por derivación al compuesto, ya que como vimos, la materia o sustrato es insuficiente. Veamos estos dos aspectos en detalle.
Al comienzo del Capítulo cuarto del Libro VII, Aristóteles investiga la esencia, señalando que “La esencia de cada cosa es lo que se dice que es por sí misma cada cosa” (2011: 213). De esta manera, acerca la noción de forma a la definición, para llegar a concluir que la esencia de algo es lo que hace que ese algo pueda definirse, es decir, la esencia será la respuesta al “qué es” de cada ente. Luego de descartar que los accidentes tengan esencia (la tienen solo de manera secundaria, y no en sentido absoluto como la sustancia) a partir de un análisis de la definición, determinará que “(...) sólo hay definición de la sustancia. Y si hay definición de las demás categorías, será necesariamente por adición (…) no habrá ni definición ni esencia de nada que no sean las substancias” (2011: 217-218).
Ya que la esencia es lo que da forma a la materia, el principio intrínseco estructurante del sujeto, Aristóteles se pregunta en el Capítulo sexto si la cosa y su esencia son lo mismo, concluyendo que “(...) es evidente por lo que respecta a aquello que es primero y que se predica por sí, la esencia del objeto y el propio objeto son una sola y misma cosa” (2011: 221). Para profundizar en este aspecto, en el Capítulo siguiente explica cómo se generan los entes. Dice al respecto que hay tres formas de generación: por naturaleza, por arte, y espontáneamente, y establece que “Todo lo generado es generado por algo, proviene de algo y llega a ser algo” (2011: 221). Aquello de donde proviene algo es la materia, lo que lo genera es algún tipo de motor (agente) o causa eficiente, y lo que llega a ser es una sustancia en grado sumo. En el caso de generación natural, lo que llega a ser proviene de algo de su misma naturaleza (agente), por lo cual su forma está presente ya en aquello que lo generó, y en el caso de generación por arte, proviene del alma del hombre, en donde está la idea de eso que será creado. En ambos casos, en principio, la materia está en potencia, pues puede ser o no. Sin embargo, en cierto aspecto, la forma es primero, porque es el origen del principio de la generación, por eso “(...) es evidente que la forma, o como quiera que se tenga que llamar la configuración de lo sensible, no se genera, no hay generación de ella, ni tampoco de la esencia” (2011: 226). Entonces, no es la forma lo que se genera, que es primera y principio en sí, sino el producto final (Aristóteles utiliza el ejemplo de la esfera de bronce), es decir, el compuesto de materia y forma que toma su nombre de la forma.
La forma o esencia, entonces, es sustancia, pero no es considerada como separada de la materia, sino que es parte de un compuesto junto con esta. La forma es causa primera del ser, lo que hace que algo sea eso que es y no otra cosa.
En definitiva, la sustancia, ousia, que es la forma en tanto esencia de una materia (lo que la hace ser), tiene dos características centrales: es algo definido, o más bien, separado, es decir, es por sí, independiente y primera de las demás categorías; y por último, es singular, individual, es decir, es lo que hace que algo sea eso que es, el tode ti, un “esto”.

IV. Acto y potencia
En el Libro VIII, Aristóteles retoma el concepto del compuesto de materia y forma, para centrarse en un aspecto particular de este: la materia como potencia y la forma como acto, desde una perspectiva dinámica. La forma se convierte en acto cuando se realiza en la materia, es decir, cuando las posibilidades de la materia (potencia) se realizan en una forma determinada (acto).
Para seguir profundizando en ambos conceptos, Aristóteles desarrolla en el Libro IX una distinción entre dos sentidos del acto y la potencia. En un primer sentido, potencia y acto se ven referidos al movimiento, es decir, a la capacidad de moverse de la materia, “(...) aquello que puede por naturaleza mover otra cosa o ser movido por otra cosa” (2011: 280-281), y al acto como movimiento en sí. En un segundo sentido, la potencia es la capacidad de ser y el acto es lo que hace existir algo, es el ser de algo, “El acto es la existencia del objeto” (2011: 281).
Las nociones de acto y potencia no son demostrables, son principios primeros de todos los entes. Intentar demostrarlas, definirlas, sería delimitarlas. Solo se puede aproximar a ellas por una serie de ejemplos por analogía: “Lo que queremos decir se induce fácilmente a partir de los casos particulares, y no es necesario buscar la definición de todo, sino tener una visión de conjunto de la analogía (...)” (2011: 281), señala en el Capítulo sexto.
Más adelante, en el mismo capítulo, se refiere a dos tipos de acciones posibles. Las acciones imperfectas son aquellas en que el fin está fuera de ellas, es decir, el movimiento se da sin que exista un fin en ello. A este primer proceso lo llama movimiento. Por el contrario, las acciones perfectas son aquellas en las que está presente el fin en la acción misma, como en el ver o el pensar; este proceso es llamado acto.
Finalmente se ocupará de explicar por qué el acto tiene prioridad respecto de la potencia. Esto sucede en tres sentidos distintos: Por un lado, desde el punto de vista temporal o cronológico, el acto precede a la potencia desde su aspecto generador, porque para que algo sea debe provenir de otra cosa de su misma especie, por lo que ese algo será la actualización del acto previo; por otro lado, existe una prioridad epistemológica ya que saber o conocer algo implica conocer su esencia, por lo que para conocer la potencia (la dimensión de lo que significa algo) primero debo comprender el acto; por último, en el sentido del ser, el acto precede a la potencia pues para que el desarrollo de una especie se dé, por ejemplo, tiene que existir una causa como acto, una causa eficiente, que hará que todo lo que esté en potencia pase a acto.
La noción de acto es fundamental. El acto es acción perfecta. Señala Aristóteles:
(...) es evidente que la substancia, es decir, la forma, es acto. Este razonamiento muestra claramente que el acto es anterior en la sustancia a la potencia, y, como hemos dicho, un acto siempre precede a otro en el tiempo, formando una cadena que llega hasta el primer motor eterno.
Pero el acto también es anterior en un sentido aún más fundamental. Los seres eternos son anteriores en la substancia a los corruptibles, y no hay nada eterno que exista en potencia (2011: 288-289).
Un acto precede a otro acto en el tiempo hasta remontarse al primer motor. Este señalamiento será importante ya que adelanta lo que tratará en los Libros siguientes: la existencia del primer motor inmóvil, que está siempre en reposo, no en movimiento, pues es actualización constante de un acto perfecto, y será el primer motor eterno de movimiento.

V. Sustancia y Filosofía primera
Para finalizar, nos interesa volver a poner en contexto la pregunta por la sustancia, que aparece equiparada con la pregunta por el ser, en el contexto de la Metafísica.
Aristóteles considera que toda ciencia se ocupa de las causas y principios de un objeto determinado, de un género en particular, y no tratan sobre el ser global ni tampoco se cuestionan acerca de la existencia de los entes de la ciencia en cuestión, ya que los dan por supuestos. La ciencia que busca Aristóteles, referida en el libro de la Metafísica, llamada filosofía primera, es distinta de estas ciencias particulares caracterizadas, y tiene para él un lugar específico entre las ciencias y un objeto de estudio particular, a los que menciona en el Libro VI.
En él realiza una clasificación de las ciencias teóricas y ubica entre ellas a la filosofía primera como la que se ocupa de las cosas separadas e inmóviles, en las que podría estar presente lo divino, razón que la coloca por encima de las otras dos, mientras que la física se ocupa de las cosas inseparables de la materia y móviles; y la matemática de las cosas inmóviles pero no separadas de la materia. Señala finalmente Aristóteles:
Si no hubiera otras substancias más que aquellas que se forman en la naturaleza, la física sería la ciencia primera, pero si hay una substancia inmóvil, la ciencia de esta substancia ha de ser anterior y ha de ser la filosofía primera, y, al ser primera, ha de ser también universal. Y a ella le corresponderá el estudiar el Ser en tanto que ser, es decir, su esencia y los atributos que le pertenecen en tanto que ser (1026a 27-32, 2011: 200).
Por lo tanto, no hay un solo tipo de sustancia, sino que son de tres tipos: sustancia terrestre, que es sensible y corruptible, de la que se ha ocupado en los Libros que hemos analizado en el presente trabajo para poder arribar a la sustancia inmóvil; sustancia celeste, que es sensible y eterna; y sustancia divina, que es suprasensible y eterna. Esta última, sustancia inmaterial y motor inmóvil del universo, será la sustancia primera por ser principio de todas las cosas, y su carácter universal es el que dará el carácter universal a la ciencia que se ocupa de ella (Alía Alberca en Aristóteles, 2011: 24-25).

VI. Bibliografía

Aristóteles (2011). Metafísica, Madrid: Alianza Editorial, trad., introducción y notas de María Luisa Alía Alberca.
Berti, Enrico (2011). Estructura y significado de la Metafísica de Aristóteles, Buenos Aires: Oinos, trad. de Horacio Gianneschi.
Gómez-Lobo, Alfonso (1998). “Aristóteles y el aristotelismo antiguo”, García, Jorge (Ed.), Concepciones de la Metafísica, Col. Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía, vol. 17, Madrid: Trotta.
Reale, Giovanni (2003). Guía de lectura de la Metafísica de Aristóteles, Barcelona: Herder, trad. de J. M. López de Castro.

1 Esto mismo es lo que Aristóteles critica a Platón, quien considera a los universales formas separadas y en sí. Este aspecto se vuelve el núcleo de la crítica que le realiza Aristóteles con el argumento del Tercer Hombre, en el Capítulo noveno del Libro I de Metafísica.

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