Cuando se
encargó a Carlos y a Pedro la tarea de escribir unas palabras alusivas para la
apertura de la Primera Competencia de Corredores, no pudieron ponerse de
acuerdo. Una sola cosa los unía: su pasión por Fangio y las carreras. El resto
no existía. Dos caminos paralelos sin puentes. Dos temples distintos. Dos
miradas, dos lenguajes… dos mundos opuestos.
A pesar de
esta dificultad, siguieron adelante resolviendo el desajuste de una manera
singular: Cada uno escribiría y recitaría un breve poema alegórico.
El inicio del
espectáculo fue formidable. Cada corredor con su gorra y antiparras, sus
pañoletas coloridas al viento, sus vehículos a punto, sus banderines. Una
verdadera fiesta de triciclos, motocicletas con sidecar y automóviles; todos
agrupados, expectantes, vivaces.
Antes de
comenzar el discurso, Pablito Gutierrez se paró ante el palco principal y les
pidió a los poetas veloces que posaran para la foto. Lo hicieron con solemnidad
y prestancia. Quizá, quién lo sabía, podrían quedar en los anales de la
historia.
Finalmente,
se leyeron los poemas de apertura. Un momento inolvidable. Lamentablemente
Pablito no logró inmortalizar el rostro perplejo de la multitud, inmóvil,
extrañada, pues él también lo estaba. El primero en leer fue Pedro,
estructurado, recargado, rimbombante, artificioso. Luego Carlitos, oscuro,
atormentado, triste; “el poeta maldito”, lo bautizaron algunos visionarios.
No hubo
aplausos. Un silencio incómodo reinó en la multitud, que se dispersó hacia sus
puestos rápidamente. Lo demás: performances,
ganadores, premios, festejos, han quedado debidamente registrados en la
Federación de Corredores Asociados. Felizmente, y a pesar de todo, el evento
fue catalogado como “grato”, en la memoria de los ciudadanos.
A
continuación, transcribimos lo que cada poeta recitó esmeradamente aquella
mañana:
Poema de Carlitos:
Correremos
veloces,
Contra
el tiempo.
Locura.
Pasión.
Desborde.
Espanto.
Destrucción.
Y
nos volveremos pájaros,
o
murciélagos
ensombrecidos
de dolor.
Y
por fin,
seremos
más rápidos
que
el viento
y
que la muerte.
Poema de Pedro:
¡Oh!
Carros veloces de Apolo, con ahínco esmerado
inspira
a estos hombres que te emulan y te honran,
desafiando
las vías del infausto destino semoviente.
Levanta
en el blanco regazo de tus nobles corceles
a
quienes se exultan con la contemplación divina
del
que enviaste, Juan Manuel Fangio, Dios terrestre.
Aureola
y entroniza con laureles, a tus siervos que te loan.
¡Oh,
Apolo!, protégenos y guíanos lejos del Faetón doliente,
y
capitanéanos hoy, con tu gracia, hasta la victoria, siempre.
Nota: Al año siguiente, la Comisión
Directiva consideró conveniente prescindir de los discursos de apertura. El
público y los corredores, agradecidos.
Cuento de la serie "Los amigos de Pablito Gutiérrez". Para conocer más sobre el proyecto hacé click AQUÍ. Para conocer las obras y al pintor de la serie, Javier Zeba, hace click en su nombre.
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