viernes, 22 de noviembre de 2013

Brindis por los inadaptados

Quiero, hoy, reivindicar a los inadaptados.
Y no porque sienta que soy parte de este grupo selecto, sino, simplemente, porque quisiera serlo.
            Los inadaptados son aquellos que por algún tipo de “gracia” o “defecto” –de acuerdo a cómo se lo mire- no entran dentro de la “norma”. ¿Y qué es la norma? La norma es el "molde" que construye el hombre, el referente tranquilizador de lo que es correcto pensar y hacer en sociedad, la tabula rasa que dicta que todos debemos ser más o menos parecidos dentro de un parámetro de aceptabilidad de pensamientos y acciones.
            Normativizar es trabajar sobre la subjetividad del hombre para que pueda llevar una vida “normal” en sociedad, dirán algunos.
            Normativizar es arrasar con la particularidad en pos de una convivencia más predecible y controlada, dirán otros.
            El asunto es que pareciera que la sociedad se esfuerza por  no entender lo que no entra dentro de una categoría ya “normada”. Lo no categorizable es hijo de una zona desconocida, oscura, y la zonas desconocidas asustan. Lo extraño pareciera una amenaza permanente de destrucción a un orden establecido en el que todo es controlable y medible. La convención es el dios que rige nuestros destinos sociales. Adaptarse, nuestro mandato. La crítica de la mirada ajena, nuestro juez. El incumplimiento, la culpa.
            En este espacio constreñido de libertad personal que nos toca, los inadaptados plantan bandera e intentan llevar adelante una forma de vida por fuera de la estructura.
            El inadaptado crea sus propias reglas. No se adapta ni se conforma con lo impuesto, sino que reformula lo que le es dado a partir de un pensamiento crítico y creativo. Busca la forma alternativa para pensar y pensarse, porque lo dado, por algún motivo, le resulta insuficiente, erróneo, inaplicable. Tienen la capacidad de ver y pensar por fuera de la estructura, lo que implica una potencialidad creadora que la normativización aniquila. La historia nos cuenta esto. Einstein, Nietzsche, Mozart, Macedonio, son algunos de los nombres que inmediatamente se me vienen a la mente. Xul Solar, el nombre particular que me hizo ver las cosas de esta manera. Para su sociedad todos fueron inadaptados;  para la nuestra, todos fueron grandes reformistas, y algunos hasta catalogados como genios. Aunque, claro, esto sucedió cuando con el correr del tiempo ya habían sido comprendidos, categorizados y absorbidos por la norma.
            Jodidos, contreras, inconformistas, renegados, pelotudos, en el mejor de los casos; freaks, raros, locos, en el peor, dirán algunos.
            Críticos, pensantes, reformadores, creativos, en los casos más leves; revolucionarios, visionarios, genios, en los casos más extremos, diría yo.
Brindo, entonces, hoy, por los inadaptados. Y porque todos nosotros podamos, cada vez más, empezar a pensar por fuera de la norma.

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