Quiero, hoy, reivindicar a los inadaptados.
Y no porque sienta que soy parte de este
grupo selecto, sino, simplemente, porque quisiera serlo.
Los inadaptados son aquellos que por
algún tipo de “gracia” o “defecto” –de acuerdo a cómo se lo mire- no entran
dentro de la “norma”. ¿Y qué es la norma? La norma es el "molde" que construye el
hombre, el referente tranquilizador de lo que es correcto pensar y hacer en
sociedad, la tabula rasa que dicta que todos debemos ser más o menos parecidos
dentro de un parámetro de aceptabilidad de pensamientos y acciones.
Normativizar es trabajar sobre la
subjetividad del hombre para que pueda llevar una vida “normal” en sociedad,
dirán algunos.
Normativizar es arrasar con la
particularidad en pos de una convivencia más predecible y controlada, dirán
otros.
El asunto es que pareciera que la
sociedad se esfuerza por no entender lo
que no entra dentro de una categoría ya “normada”. Lo no categorizable es hijo
de una zona desconocida, oscura, y la zonas desconocidas asustan. Lo extraño
pareciera una amenaza permanente de destrucción a un orden establecido en el
que todo es controlable y medible. La convención es el dios que rige nuestros
destinos sociales. Adaptarse, nuestro mandato. La crítica de la mirada ajena,
nuestro juez. El incumplimiento, la culpa.
En este espacio constreñido de
libertad personal que nos toca, los inadaptados plantan bandera e intentan
llevar adelante una forma de vida por fuera de la estructura.
El inadaptado crea sus propias
reglas. No se adapta ni se conforma con lo impuesto, sino que reformula lo que
le es dado a partir de un pensamiento crítico y creativo. Busca la forma
alternativa para pensar y pensarse, porque lo dado, por algún motivo, le
resulta insuficiente, erróneo, inaplicable. Tienen la capacidad de ver y pensar
por fuera de la estructura, lo que implica una potencialidad creadora que la
normativización aniquila. La historia nos cuenta esto. Einstein, Nietzsche, Mozart,
Macedonio, son algunos de los nombres que inmediatamente se me vienen a la
mente. Xul Solar, el nombre particular que me hizo ver las cosas de esta manera.
Para su sociedad todos fueron inadaptados; para la nuestra, todos fueron grandes
reformistas, y algunos hasta catalogados como genios. Aunque, claro, esto sucedió
cuando con el correr del tiempo ya habían sido comprendidos, categorizados y
absorbidos por la norma.
Jodidos, contreras, inconformistas,
renegados, pelotudos, en el mejor de los casos; freaks, raros, locos, en el
peor, dirán algunos.
Críticos, pensantes, reformadores,
creativos, en los casos más leves; revolucionarios, visionarios, genios, en los
casos más extremos, diría yo.
Brindo, entonces, hoy, por los inadaptados. Y
porque todos nosotros podamos, cada vez más, empezar a pensar por fuera de la norma.
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