jueves, 6 de febrero de 2014

Esta prisión, estas palabras...

Decir puede ser, a veces, placentero,
pero puede, también, 
ser esquivo y doloroso.

Cuántas veces decimos 
sin querer decir.

Y decimos mal:
porque no "decimos" las palabras;
las palabras "nos dicen".

Prescindir de ellas 
huele a trampa,
porque incluso el silencio 
está lleno de sus letras.

No dejamos de Decir, 
ni aun no diciendo.

Estamos, pues, EN el lenguaje,
que nos construye 
y traiciona,
porque el sentido nos rehuye,
la comunicación se disuelve,
la expresión se limita,
y con ello,

nuestro mundo.

Sin embargo,
lo habitamos, 
como el pájaro
que canta,
sabiendo sus alas rotas...   

como enjaulados.

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